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miércoles, 5 de junio de 2013

Amigas


Paula estaba con su hija de tres años parada en la esquina de una avenida, esperando la luz verde para cruzar. Era un lindo día de sol y nada hacía prever lo que sucedería. De la nada, un auto fuera de control enfiló directo para embestirlas. Todo sucedió tan rápido que Paula sólo atinó a arrojar a su hija lejos y el auto le dio de lleno en las piernas. Ni siquiera se dio cuenta cuando el auto la golpeó.

Al llegar al quirófano, había perdido mucha sangre y una pierna era insalvable, con lo que tuvieron que amputársela para conservarle la vida. Los primeros  tres meses luego del accidente los pasó en la cama, con una depresión que Paula llamaba tristeza y  que no la dejaba levantarse de la cama, ni comer, ni dormir. Sólo se alegraba cuando veía a su hija y poco más que eso. Hasta entonces nada ni nadie había podido hacerla salir de ese oscuro laberinto. Pero una tarde llegó Patricia, su mejor amiga y le dijo:

-          Paula, vamos al cine.

-          No puedo, fue la respuesta. No ves que no puedo.

-          ¿Cómo no vas a poder si tenés dos ojos? Claro que podés. Lo que no tenés es una pierna, pero ojos sí. Vamos.


Patricia dice que Paula la miró como si ella fuera un extraterrestre. Nadie la había hablado de su amputación y menos de esa forma para sacarla de la cama. Pero aunque discutieron un poco más, tampoco eso funcionó. Patricia no pudo convencerla de salir de la cama. Así volvió a su casa, con pena en el corazón por su amiga, por su hijita salvada pero herida, por ese marido flaco y ojeroso que veía a su mujer sumirse en el desconsuelo …

Sin embargo, el milagro llegó  dos horas después. El marido de Paula llamó a Patricia diciéndole que Paula no sólo se había levantado de la cama, sino que la esperaba maquillada para salir. Iría con ella al cine.

En ese momento, Paula comenzó a vivir el primer día del resto de su vida. Volvía a ingresar a la vida, como lo hacen tantos millones de personas que logran sobreponerse a desconsuelos infinitos, a abismos del alma y del cuerpo. Los que estudian estos temas dice que a eso se lo llama resiliencia, que es  la capacidad humana para sobreponerse a las adversidades más terribles. Patricia dice que resiliencia o no, este es un milagro del amor.

Yo creo que Patricia tiene razón.

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