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jueves, 14 de mayo de 2015


Ninguna  mujer  está  sola


Hay mujeres que valoran lo femenino y hay mujeres que en el fondo o en la superficie lo consideran inferior a lo masculino.  No es algo que elijan hacer, es algo que sienten porque o bien fueron educadas para que pensaran de esa forma, o a través de sus vivencias llegaron a esa dolorosa conclusión.
Toda mujer, lo sepa o no, lo valore o no,  teje y es tejida en una red  femenina que ayuda a construir y que también la sostiene. Esto viene sucediendo desde los tiempos más remotos en los que nos unimos para sobrevivir e imagino que seguirá sucediendo en la medida que sigamos siendo humanas.
Las mujeres tejemos relaciones afectivas, de trabajo, de asociación puntual muy próximas o no tanto,  dentro de nuestras familias, en espacios laborales, en los clubes que frecuentamos, en la clase de gimnasia, en el taller de arte al que vamos o incluso en la cocina mientras preparamos la comida con la ayuda de otras o mientras tejemos juntas.
Sin embargo, existe una diferencia enorme, un salto cuántico entre una mujer que sabe que teje relaciones con otras mujeres y la que no lo sabe o no las valora.  Cuando somos conscientes de que somos un punto dentro de una trama que nos soporta, sabemos que somos responsables de sostener ese tejido no sólo porque ese entramado  social y de afectos y relaciones nos sostiene, sino porque sin él, toda la trama sufre.  Cuando una mujer sabe que integra una red femenina nunca está sola porque aún cuando así se sienta, siempre habrá alguna a la que acudir para pedir ayuda, consuelo o cobijo. Cuando una mujer sabe que integra una red femenina cuenta con la solidaridad y el apoyo que le da ese grupo de mujeres que actúa como plataforma de lanzamiento para su vida y para cualquier proyecto que quiera emprender. Estas mujeres se valoran por lo que se dan mutuamente  por lo que son. Son capaces de amar y respetar todo lo femenino y receptivo que hay en el mundo y de preservarlo como reservorio para tiempos difíciles. Y así prosperan.

Por el contrario, las mujeres que o bien no saben que integran un entramado de pares o no lo valoran, tampoco estarán jamás solas pero les faltará la confianza básica que tienen en lo femenino y en su poder.  Es ese soporte incondicional el que pude ofrecer una mujer a otra cuando el mundo, por algún motivo,  se lo niega o no puede dárselo. Por eso, una mujer nunca está sola pero elige de qué manera participa de la red que la contiene.

Nota publicada en la Revista Sohpia

miércoles, 13 de mayo de 2015

4 formas de matar a una mujer

En 2013 fueron 295. Una cada 30 horas.
83 de ellas murieron baleadas,
64 fueron apuñaladas,
37 golpeadas
y 28 estranguladas.

La mayoría de las mujeres tenía entre 19 y 30 a la hora de morir y 11 de ellas estaban embarazadas.

En el 38 por ciento de los casos, los asesinos eran esposos, novios, parejas o amantes de la víctima. Además, al menos 15 de los femicidios fueron causados por miembros de las fuerzas de seguridad.

A las mujeres las matan hombres que las ven como cosas, como algo inferior, insignificante, algo para usar y luego tirar. Y esa mirada se enseña al igual que se enseña a pegar. La enseñan hombres y mujeres todos los días, a través de lo que hacen y lo que no, con lo que dicen y también con aquello que callamos como sociedad.
Aunque también se enseña el respeto, la aceptación del otro y de las diferencias. Pero mientras importe menos la muerte de las mujeres que cualquier cuota de poder en disputa, que cualquier vuelto que pueda rapiñarse al Estado, la violencia contra las mujeres seguirá siendo un espasmo de indignación en un mar de invisibilidad. Nadie invertirá en campañas masivas contra la violencia hacia las mujeres y niños. Nadie volverá una cuestión de estado esta masacre que sigue y sigue y sigue. 
A esta altura del 2015 ya van 20 mujeres muertas y hoy, la Argentina tiene que lidiar con una deuda insaldable: 400 chicos sin madre. 
¿Que vamos a decirles? ¿Cómo vamos a explicárselo?

 *Los datos fueron tomados de las estadísticas elaboradas por la Asociación civil, Casa del Encuentro, presentadas en el Centro de Información de las Naciones Unidas para Argentina y Uruguay, en 2014.