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miércoles, 30 de noviembre de 2016


Heidi en el acantilado de cristal


Por Marilen Stengel

Cuando en 1986 el Wall Street Journal publicó un artículo que hablaba por primera vez del «techo de cristal» («Glass ceiling barriers»), quedó acuñado un término que daba y sigue dando cuenta de una realidad tangible en la vida de muchas mujeres que trabajan: la limitación velada al ascenso hacia las posiciones más altas dentro de las organizaciones. Y se lo llamó de esa forma, porque techo alude a una barrera difícil de superar que se encuentra en la parte superior de las organizaciones,  y  de cristal al hecho de que dichas barreras son invisibles dado que  no existen leyes o dispositivos sociales oficiales que determinen una limitación explícita en el derrotero laboral de las mujeres. Desde entonces se acuñaron otros términos que también dan cuenta de estas limitaciones (aunque con otras acepciones): techo de concreto, laberinto, suelo pegajoso y más recientemente, acantilado de cristal.

Aunque este último término no es nuevo, apareció por primera vez en 2005 en la investigación “El Acantilado de cristal: evidencia de que las mujeres están sobrerrepresentadas en posiciones precarias de liderazgo”[i], realizado por Michelle Ryan y Alex Haslam, profesores de la Universidad de Exeter, Reino Unido,  todavía es menos conocido que los términos citados anteriormente. Pero, ¿qué es un  acantilado de cristal? Es básicamente un concepto que describe el fenómeno de mujeres que llegan a posiciones de liderazgo como ejecutivas en el mundo corporativo o como candidatas en elecciones durante períodos de crisis o de bajos resultados, cuando las posibilidades de fracaso son más altas. El trabajo de Ryan y Haslam que contiene estudios empíricos interesantes, muestra hasta qué punto se vuelve “aceptable” el liderazgo de mujeres en situaciones desfavorables, algo que tiende a desaparecer en tiempos “normales”.

En este punto me viene a la mente el caso de María Eugenia Vidal, la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, que ganó las elecciones cuando pocos imaginaban que esto fuera posible. Y al día de hoy hay buenas preguntas sin responder. Por ejemplo, ¿Por qué Mauricio Macri confió un bastión con un caudal de votos tan inmenso como estratégico a una verdadera desconocida, en vez de recurrir a una figura con un perfil más alto? ¿Acaso no quería sacrificar una figura “relevante” en una gesta “imposible”? ¿O realmente estaba convencido de que Vidal podía obrar el milagro?

Sin duda la elección de Vidal como candidata fue una gran sorpresa (aunque no lo sea a la luz de los estudios de Ryan y Haslam), y también el éxito que aportó, uno sin el cual hoy Macri no estaría ocupando la Presidencia. Lo cierto es que, la hasta hace poco apodada Heidi, llegó al poder “gracias” al acantilado de cristal.




[i]Ryan, M. K., & Haslam, S. A. (2005). The glass cliff: Evidence that women are over-represented in precarious leadership positions. British Journal of Management, 16, 81-90 .

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